viernes, 26 de diciembre de 2008

Dios relegado al cuarto de baño



Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,
con toda tu alma y con toda tu fuerza.
Y estas palabras que yo te mando hoy,
estarán sobre tu corazón.
Deuteronomio 6:5-6 (BDLA)


La sociedad en la que vivimos a diario nos presenta un panorama que nos repite constantemente no hay tiempo que alcance. No obstante, si tenemos algún tiempito libre, tratamos de llenarlo con actividades extras. Parece ser que una de las maldiciones de esta época es que no tenemos discernimiento sobre cuales son las cosas importantes en las que debemos enfocar nuestras vidas. Nos dispersamos en muchas tareas poniendo huevos en varias canastas, como reza el dicho popular, ya que se instaló un pensamiento moderno que nos dice que por lo general no se puede vivir de un solo trabajo o debemos estar lo suficientemente ocupados como para no pensar porque estamos vivos.
Es muy común que un padre de familia trabaje, por ejemplo, en una industria o comercio en cierto horario y luego de su jornada haga otro u otros trabajos que ayuden a solventar la canasta familiar. Por otro lado, es probable que en esa misma familia, la esposa de ese obrero, también haga tareas extras para sumar su granito de arena en las finanzas familiares. Si hay hijos con capacidad de asumir una responsabilidad laboral, también se suman al titánico esfuerzo de aportar lo suyo para equilibrar la balanza de la economía del hogar.
Son muchos los esfuerzos realizados por todos los integrantes de una familia de nuestro tiempo, incluidos aquellos que no van a trabajar fuera de la casa, ya que deben hacerse cargo de las tareas domésticas, como así también quedar al cuidado, por ejemplo, los abuelos de los nietos o viceversa, como así también hermanos menores, sobrinos y toda otra actividad propia de lo que significa hoy la mini sociedad hogareña. No obstante todos estos esfuerzos, los billetes resultantes suelen ser escasos, por lo tanto sigue existiendo falta de dinero a lo que se le suma ahora la falta de tiempo para compartir, por ejemplo, conversaciones distendidas, risas y sano humor de entrecasa.
¡Si, así es! Ahora al momento de juntarse los integrantes de una familia, si es que se juntan todos en algún momento del día, tienen diálogos que circulan alrededor de conversaciones que sobrepasan los muros de la casa, hablando de política, economía, furtivas historias de novelas y hasta de algún episodio del baile del caño o similares. Todo esto no hace más que ir desgastando aún más la ya deteriorada relación familiar, ya que a través de estos diálogos efímeros, se evaden y postergan los verdaderos temas que atañen a las relaciones personales.
Parece también que en este tiempo hay carteles en las calles que dicen en pancartas gigantescas todo está permitido, vive lo mejor que puedas y podemos sumarle otros tantos que en similar gramática describen exactamente el mismo tonto pensamiento que refleja una moral en bancarrota.
Y el tiempo sigue no alcanzando. Los estómagos se llenan por un rato y piden nuevamente de comer. Los ojos que se atestaron con no muy disimulados desnudos televisivos quieren ver cada vez más y más, y alborotan la mente con pensamientos poco sanos, aunque entre tanta basura, ya ni se note. Aparentemente no hay nada nuevo bajo el sol, todos los ríos van al mar y éste nunca se llena. ¡Bueno sería comprender lo que está sucediendo!
Si usted pudiera pararse una hora en su ajetreada jornada, dígame ¿qué haría?: dormir, caminar, leer un libro, jugar con sus hijos, disfrutar en paz una comida, abrazar a su pareja, tal vez orar, llamaría por teléfono a sus padres o sus hijos, compartiría sin prisa un café con sus amigos… ¡Quién sabe cuántas cosas hemos postergado para más adelante y nunca se realizarán porque simplemente nunca tendremos tiempo para hacerlas!. Incluso sus talentos, aquellos que Dios le ha dado, pueden opacarse al punto de perder todo su brillo, porque no le dedicó el tiempo que necesitaban para hacer de usted una pieza preciosa con un brillo único, como Dios le pensó.
Dejar pasar más tiempo para hacer lo correcto, puede traer como consecuencia que el tiempo se acabe y de esa manera quedar varados pensando que no hicimos lo que debíamos porque nunca tuvimos tiempo, pero esa es la peor de las excusas, la más tonta y sin sentido. Fracasar a ser aquello para lo que fuimos designados porque no le dedicamos el tiempo necesario para lograrlo, es como decir que teníamos el conocimiento y todas las herramientas para arreglar nuestro automóvil que quedó detenido al costado de la ruta, pero no quisimos utilizar ni el conocimiento ni las herramientas para reparar el desperfecto y no llegamos al destino de nuestro viaje simplemente porque nos entretuvimos haciendo otras cosas. Quizás esas cosas que hicimos parecieron necesarias e incluso buenas y también urgentes… pero no fueron ni lo suficientemente necesarias, ni lo tremendamente buenas ni urgentes como para que nos detuvieran en la ruta que nos llevaba al destino más maravilloso y sorprendente, que era alcanzar y transitar el camino del éxito y la victoria durante nuestra vida sobre esta tierra, para que, al traspasar hacia nuestro destino final, ya tuviéramos la brújula direccionada hacia el norte perfecto de nuestras vidas: "Amar a Dios por sobre todas las cosas".
Todos hemos perdido mucho tiempo. Todos hemos errado al blanco y desperdiciamos municiones en cada intento. Todos hemos sido cobardes ante ciertas decisiones que debimos tomar durante nuestra vida. Todos hemos especulado diciendo esperaré el momento oportuno y ese momento nunca llegó. Todos hemos dejado pasar la oportunidad de decirle a nuestros seres queridos cuanto los amamos porque pensábamos que después se lo podríamos decir. Todos hemos pasado por alto corregir a alguien y ese alguien se perdió una vida maravillosa por no recibir un consejo y una corrección certera a tiempo.
Todos hemos perdido tiempo, pero para Dios, que vive en un continuo presente, no hay tiempo perdido, simplemente hay tiempo, y ahora, este presente es lo que Dios nos regala para decirnos: "Tenés tiempo para ser lo que debes ser. Si hasta ahora me tenías relegado a tus tiempos de descarte, si yo ocupaba las sobras de tu vida, te digo que yo no soy un Dios que se resigna a que su Palabra sea leída en el cuarto de baño porque no tenés tiempo para estar a solas conmigo. Soy el único Dios que escucha, ve y siente. ¿Si vos les escribís una carta a tus hijos, o los llamás por teléfono para saber como están, para contarles tus maravillosos planes para ellos, lo mínimo que esperas es que te lean o escuchen atentos y no que tus hijos se vayan al baño a leer tu carta o contestar el teléfono?… Eso es lo que hacés conmigo cuando me das las sobras de tu tiempo". Esto parece decirnos Dios, quien no puede revelarnos grandiosos planes en circunstancias tan poco espirituales.
"Bueno no hay ninguno". Parece volver a mi mente esta palabra del Señor al recordar que en estos tiempos tan controvertidos hemos relegado a Dios al cuarto de baño. Es probable que igual nuestro Padre se las arregle y tenga misericordia de nosotros, dándonos algunas lloviznas que mojen disimuladamente nuestro terreno espiritual, pero no será algo tan exquisito y abundante como el río de Dios que promete su palabra, sino más bien un escueto hilo de agua, del cual no podremos sacar más provecho que unas pocas gotas del precioso elemento.
Ordenar nuestra vida es importante y urgente en este momento. Poner a Dios y su voluntad arriba y por delante de todos nuestros planes es lo que ahora interesa, más allá de la situación en la que nos encontremos. Debemos privilegiar la voluntad de Dios por sobre la nuestra y eso hará que muy pronto nos encontremos caminando por senderos que abundan en sueños cumplidos, ya que Dios es un especialista en hacer realidad los deseos de nuestro corazón cuando le entregamos nuestra vida a Él y, lejos de relegarlo al cuarto de baño, lo ponemos como rey de nuestra vida en el mejor de los salones de nuestra casa.
Descubrir el amor de Dios ha sido lo más extraordinario que sucedió en mi vida y me parece que también lo fue o puede serlo en la suya.
Lo invito a que seamos coherentes con nuestro descubrimiento y lo honremos dándole el primer saludo al despertar, el primer tiempo de nuestra jornada, el primer beso con nuestras palabras, el primer abrazo con nuestra obediencia… ¡Qué realmente Dios sea lo primero en su vida. Sin lugar a dudas usted es lo primero en la Suya!

Producto y envase (quitándonos la máscara de cristianos)



En cierta ocasión un amigo mío, que tiene una fábrica de pre pizzas, me comentaba que él únicamente producía una sola calidad de masa para pizzas, pero el no llegaba con su producto mas que al mercado de personas con menores recursos. Sus pre pizzas eran populares pero no todas las personas las lograban degustar porque no todos se interesaban por ellas. Entonces se le ocurrió hacer dos tipos de envases con el mismo producto adentro, ya que no tenía capacidad operativa en su fábrica para elaborar dos masas diferentes, es decir, una pre pizza económica y otra pre pizza de mayor calidad. Así fue como en ambos paquetes, tanto el de apariencia económica como el de alta categoría, puso el mismo producto a dos precios diferentes y, por supuesto, con un envase muy superior en apariencia en el producto más caro. Con este simple hecho resolvió el tema: el producto era excelente en ambos casos, sólo que a través del cambio de envase logró llegar a todos los sectores sociales.
En cuanto a la Biblia, si tuviéramos que decir algo sobre lo que contiene, sobre cuál es el producto que está dentro del envase al que llamamos Palabra de Dios, podríamos decir que es el más fabuloso, exquisito y maravilloso de todos, el producto que se encuentra dentro es Jesucristo. Todos los libros de la Biblia hablan de este Dios todopoderoso manifestado en su hijo, quien nos trajo salvación a toda la humanidad.
Ahora bien, el producto Jesucristo es de excelencia, único e inalterable, pero la manera de presentarlo a las personas de este mundo es lo que ha cambiado en el transcurso de la historia y también hoy debe mutar a algo nuevo, ya que en muchos casos estamos presentando un envase de otro siglo, con un producto perdurable y fresco para el consumo, pero parece retrógrado, anticuado y hasta objetado, debido a la envoltura con la que lo ofrecemos.
¿Y cuál es esa envoltura? Somos nosotros mismos. En principio nuestras propias actitudes cerradas que no hacen más que distanciar a las personas del mensaje bíblico. Cosas tales como rechazar al que no se peina como nos gustaría, o se tiñe el pelo de un color diferente cada día. Mirar con rareza al que utiliza aritos o a la jovencita que se tatuó. Resistirnos a juntarnos con aquellos que difieren de nuestras ideas, que no son más que legalismo religioso, y enjuiciarlos como destituidos del Reino de Dios. No aceptar a quien tiene un conflicto sexual. Dejar de lado al alcohólico o al drogadicto. Poner límites a los separados, divorciados y madres solteras. También están aquellos que no aceptan que los demás usen ciertos atuendos o indumentarias. Todas estas actitudes forman parte de un envase de otro tiempo y totalmente fuera de lugar que hace “no atractivo” el producto que llevamos dentro.
Otra envoltura del producto es nuestra manera de hablar, con el más fino lenguaje del español antiguo, incorporando términos y conjugaciones verbales propias de “El Quijote y Sancho Panza” pero para nada del diario lenguaje popular y cultural al que pertenecemos. Entonces resulta que desde un púlpito hay personas que se expresan tratando a sus pares con palabras tales como “vosotros sois hijos del Altísimo” o tantas otras similares, y esa misma persona, que es un orador público, habla de esa manera extraña sobre una plataforma, al modo de un showman, y cuando está en su diálogo rutinario lo hace con otro modismo casi antagónico al utilizado frente a un auditorio. Puede existir mayor o menor énfasis en las frases, pero para nada puede variar la esencia oratoria.
Pero continuemos con el envase, para que juntos veamos como presentamos el producto maravilloso que tenemos en nuestras manos. ¿Alguna vez vio usted un vendedor de autos que no tuviera auto? ¿O quizás un comerciante de computadoras que no tenga computadora o que posea para su uso personal un modelo que salió hace 20 años? ¿O tal vez usted vio a un vendedor de libros que no sepa leer?
En este punto voy a tocar la incoherencia entre la experiencia de vida y la palabra lanzada. Hay, por ejemplo, personas que se dan el lujo de hablar sobre prosperidad económica y libertad financiera mientras sus vidas nadan en la miseria. Hace diez, veinte o treinta años que están renegando con lo mismo. Siguen en la misma bicicleta que tiene la rueda descentrada y sin bolilleros. Se han auto convencido que porque se compraron un celular de última generación ya han sido bendecidos en su economía y tienen licencia para hablar de lo que no han experimentado en sobreabundancia en sus vidas, como lo testifica la valiosa Palabra de Dios. Atribuyen que todavía andan a pié o en un auto antiguo, que lo único que tiene de auto es que posee cuatro ruedas sobre un manojo de chapas destartaladas, y a esto lo atribuyen a que es porque son humildes y no reconocen que se debe a que es el resultado de su fracaso en el mundo de las finanzas. Suelen decir “al menos yo duermo tranquilo” porque no pasan por los problemas que tienen los que poseen un cero kilómetro, una casa de campo y un jet privado para recorrer sus empresas. A esto bien le podríamos llamar un envase engañoso, ya que no muestra la verdad de su contenido. Dicen lo que no hacen, y de esto hay mucho en todas las áreas, no sólo en la financiera. Porque también están aquellos que hablan sobre la fidelidad, el amor, la familia y resulta que sus vidas están envueltas en falta de diálogo, con riñas permanentes en su hogar y en sus hábitos más íntimos hasta existe promiscuidad sexual.
¿Vamos entendiendo y usted va logrando comprender qué tipo de envase es? Volviendo al principio de este tema, le comenté que mi amigo logró vender el mismo producto a dos sectores de mercado muy diferentes entre sí. El mismo producto en diferente envoltura llega a distintos clientes.
Entonces necesitamos ahora abrir nuestra mente y pedirle a Dios que nos muestre cómo debemos llevar el mensaje salvador de Jesucristo resucitado a las personas que tanto lo necesitan, sin que el mensaje sea rechazado. Y esto no significa “aguachentar” el evangelio, sino que significa ser astuto e inteligente para presentar el producto más esperado y necesitado sobre la faz de la tierra, aquel que puede ser consumido por todos y una vez probado no dejarán jamás de recurrir a él.
Tenemos en nuestras manos el pan que da vida, el agua que es bebida para nunca más sufrir sed. Poseemos la vacuna que inmuniza contra toda enfermedad y sana a quienes ya han sido infectados. Tenemos el secreto para romper toda maldición en las finanzas y sabemos que nuestro producto es capaz de restaurar la economía total de las personas afectadas con deudas y problemas financieros sobre esta tierra. Poseemos la fuente de trabajo más extraordinaria que jamás se haya inventado, con miles de oficios y profesiones listos para ser tomados por quienes quieran desarrollar los talentos con los que han sido creados. En nuestras manos han sido depositados los sueños de cada ser humano para ser cumplidos. Tenemos interminable cantidad de gozo y alegría, que son fruto de probar el producto que envolvemos. Hay consuelo para los oprimidos, libertad para los cautivos y restauración total para los quebrantados. Nuestro producto no tiene fecha de vencimiento y puede ser utilizado cuantas veces haga falta sin que tenga contraindicaciones.
Es tiempo de abrir nuestra mente para ser ministrados por la voluntad de quien nos dio a probar de sí mismo alguna vez y nos perdonó, nos sacó de la vida vacía y miserable que teníamos y ahora quiere que le hagamos degustar a quienes están a nuestro lado lo que Él es. Es un tiempo “kairos*”, tiempo de Dios, en el cual él va a intervenir para cambiar los sistemas humanos en los que muchos han caído. Al igual que en los tiempos de Noé, donde muchos no creyeron en la gran inundación que se desataría sobre la faz de la tierra, hoy se avecina la mayor inundación de la Presencia de Dios sobre todo el planeta y ni lo de arriba, ni lo de abajo, ni ángeles ni principados, ningún ser creado, nada ni nadie podrá detener o aprisionar esta gran lluvia que inundará todas las naciones de la tierra.
Si alguna vez fue utilizado por Dios, debe estar atento porque Él quiere usarle nuevamente, pero de otra manera y en otros escenarios. Si nunca fue usado por Dios, póngase feliz porque usted es parte del grupo de eternos rechazados que Él va a usar en este precioso tiempo para avergonzar a los sabios. Sea uno u otro, Dios va a renovarlo y va a hacer de usted un envase único, atractivo, irrefutable y hermoso para llevarlo a Él a todo lugar, a toda persona hasta los confines de la tierra.



* Kairos es la “plenitud del tiempo”, la zona de tiempo de Dios. El tiempo kairos transmite nociones de no ataduras, de fluidez de los propósitos de Dios cruzándose con los tiempos de los seres humanos, e imponiéndose sobre éste mundo finito de tiempo cronológico. Así, kairos se refiere a la oportunidad, como escribe Carl Henry en el Diccionario Evangélico de Teología: “representa la arena de las decisiones del hombre en su camino hacia un destino eterno” (página 1096).
kairos transmite un concepto más emocionante que el simple chronos. Kairos se refiere a períodos especialmente seleccionados en la determinación divina. Opera dentro del tiempo humano profano, pero principalmente como el foco de cumplimiento de los propósitos finales de Dios.
Cuando Jesús vino la primera vez fue un momento kairos definitivo -un tiempo de cumplimiento, un tiempo de juicio y un tiempo para que las promesas de Dios entraran en operación- (Marcos 1:15; 2 Corintios 1:20). Este no es un tiempo de promesas sino de cumplimiento de pactos, tiempo de acción por parte de Dios.